Faltan 4 días para el Encuentro
de colaboradores con Honduras Acoes 2016 que se va a celebrar en Granada el
próximo fin de semana.
Serán unas jornadas para analizar
los proyectos llevados a cabo a lo largo
del año y se plantearán compromisos de trabajo para el siguiente. Pero sobre
todo serán unos días para seguir APRENDIENDO A COMPARTIR y para seguir CRECIENDO
UNIDOS, como dice el lema de este evento. Creceremos, ya que se va a constituir
la FEDERACIÓN NACIONAL DE ASOCIACIONES ACOES. En un principio la formarán 11 de
las 22 asociaciones que hay repartidas por España. Poco a poco se podrán integrar todas las que lo deseen,
con el fin común de trabajar juntas por Honduras y por gente necesitada, entre las
que nos incluimos también nosotros, porque recibimos más que damos. Quién sabe
si en algún momento podemos agruparnos con Acoes Honduras y con las
Asociaciones que se puedan formar en Canadá, Francia, Inglaterra o Alemania,
países donde también hay colaboradores con Honduras.
La Federación será el campo en el
que todos los que tengan iniciativas pueden sembrar ilusiones y esperanzas.
Si formas parte de los 202
inscritos en el Encuentro, vete preparando las maletas porque Granita y Granito
os están esperando.
PINCHA AQUÍ para saber todo sobre el encuentro.
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Hoy, Ahondando en los orígenes de
Acoes, os hacemos llegar unas fotos y testimonios de voluntarias. María Luisa
Gómez, hermana de Mari Carmen Gómez (D.E.P.) nos cuenta su vinculación con
Acoes y un poco de la experiencia que vivió su hermana en Honduras. Mari Carmen
fue una de las primeras voluntarias granadinas que viajaron a Honduras en el
año 1993:
“Me piden haga una breve memoria
de mi compromiso con Honduras.
Comenzó por mi hermana Mª
Carmen. Ella fue la que me contagió la ilusión que sintió desde que pisó ese
país... Hoy creo con infinita fe, que con ojos de cielo, ella sigue en este
bonito proyecto.
En 1992, el Padre Patricio,
llegó por primera vez a tierras hondureñas. En febrero de 1993, llegó el Padre
Ramón, compañeros de seminario en Guadix, y se instalaron en la Monterrey,
compartiendo ambos la Parroquia de aquella humilde zona.
En verano de 1993 fue mi hermana
Mari Carmen. Allí coincide con un grupo reducido de médicos de Guadix, que son
acogidos por el P. Ramón y el P. Patricio. Este tiempo de verano lo dedican a
salir en lo que llamaron “las brigadas médicas”.
En verano de 1994 vuelven a
coincidir mi hermana y la gente de Guadix. He de comentar que ya el P. Patricio
se vuelca de manera especial por la educación de los niños y el P. Ramón por la
pastoral de la salud. Este año, tanto Mari Carmen como los médicos de Guadix,
se traen un reducido puñado de becas. Las 25 que trajo Mari Carmen las
repartimos ella y yo entre los amigos más cercanos a nosotros.
Así empezó este bonito proyecto…
que siendo un pequeño grano de arena se formaría la enorme montaña que hoy,
gracias a tantos voluntarios de España, Francia, Alemania, Canadá… y de Honduras
y al infatigable trabajo del Padre Patricio, se ha construido en HONDURAS”
También Josefina Manzano de Almuñecar (Granada), que viajó con su madre,
Encarna Díaz, y otras amigas a Honduras en el año 2007, nos cuenta algo de la experiencia vivida:
“Conocí al P. Patricio en una charla que dio
en la parroquia de Almuñécar. Allí vi sus proyectos, su labor, su entrega para
ayudar a tantos niños sin escuelas, sin
casas, con pocos recursos y mucha pobreza.
Desde el primer momento, yo quería colaborar,
hacer algo, dedicar parte de mi tiempo a los demás; mi deseo era ir a Honduras,
conocer y ver de cerca todas las faltas de allí.
Me enteré de que de Fuengirola iban a ir un
grupo de mujeres, se lo comenté a mi madre y a otra amiga que vive en Madrid y
viene mucho a Almuñécar, Piedad García. Enseguida nos pusimos a preparar la
maleta, las vacunas y todo el jaleo que tiene un viaje al extranjero.
El día 3 de Febrero de 2007, nos fuimos de
viaje a Honduras, mi madre, Encarna, Piedad y yo, Josefina, con siete mujeres
de Fuengirola.
Después de un largo viaje, llegamos a
Honduras y después de un cálido recibimiento, nos instalamos en unas casas que
tenían para los voluntarios. Enseguida los chicos de Honduras nos fueron
llevando a conocer los colegios, los comedores, todos los barrios marginados.
Conforme íbamos conociendo sitios, casas, barrios, no lo podíamos creer, ¡ no
era posible que la gente pudiera vivir con tantas carencias !; la mayoría de
las casas eran de palos, cartones, sin puertas ni ventanas, sin baño ni cocina,
ni agua potable. En una habitación vivía toda la familia.
Entonces me di cuenta de lo que el P.
Patricio estaba consiguiendo, grandes colegios donde asistían miles de niños,
comedores donde comían, guarderías para los más pequeños,… Conocí a muchos
niños felices, que ya tenían un colegio donde ir a estudiar, a comer, a
convivir con otros niños y con sus profesores, niños felices que se esfuerzan y
se divierten porque para ellos ir al colegio es un privilegio.
Estaría contando y no acabaría. Mi recuerdo
del viaje siempre se quedará conmigo. La buena convivencia del grupo de diez
compañeras en el día a día y saber que sí se puede hacer algo por los demás, es
la mejor experiencia de mi vida. Si quieres, puedes. Pude ver como los niños te
rodeaban agradeciéndote un caramelo y como las personas que allí conoces y les
tomas cariño, cuando te vienes, se despiden llorando y dándote un cálido y
sincero abrazo.
Quisiera contar muchas cosas pero no me
quiero alargar. Pido a Dios que ilumine nuestros corazones y los de tantas
personas de buena voluntad para valorar tanto como tenemos y lo poco que
necesitamos.
Besos para todos los que quedaron en
Honduras. Deseo tanto volver…”
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